El paso más importante del orden es sacar objetos, y esta es la parte más difícil ya que nos apegamos emocionalmente a lo que compramos. Hay tres espacios en la casa que van a ser los más difíciles de ordenar, no por la cantidad de cosas, sino por el apego que podemos tener a algunos objetos que se encuentran ahí. El closet, la mesa de noche y el estudio o escritorio. Estos lugares no solo albergan cosas, sino también recuerdos, deseos, frustraciones y, a menudo, un sinfín de emociones que dificultan el proceso de organización.
¿Por qué es tan difícil ordenar estos espacios?
El closet es, sin duda, uno de los espacios más personales de la casa. Cada prenda de ropa, cada accesorio, puede traer consigo recuerdos, emociones y momentos específicos de nuestra vida.
La mesa de noche suele ser un espacio cargado de objetos íntimos: libros, medicamentos, relojes, fotos, cartas, recuerdos de personas queridas, y muchos otros artículos que representan nuestra vida diaria.
El estudio es el lugar donde muchos de nosotros buscamos concentrarnos, ser productivos, estudiar o trabajar. Sin embargo, es también un espacio donde se acumulan muchos materiales que no siempre usamos de manera eficiente.
El apego emocional en estos tres espacios
Nuestros recuerdos, situaciones o experiencias las materializamos en objetos y el mejor lugar para guardarlos es aquí. Estos tres espacios tienen algo en común y es la intimidad en los objetos que podemos encontrar ahí. Un lugar seguro para nuestros recuerdos y es normal que nos cuesta deshacernos de ellos, hay que saber el momento y entregarle la emoción al objeto.
Muchas veces nos cuesta deshacernos de ropa que ya no usamos o que está pasada de moda porque está asociada con una etapa significativa de nuestras vidas. Esa camisa que llevaste en tu primer viaje al extranjero o el vestido que usaste en una ocasión especial.
Muchas veces la mesa de noche se llena de papeles, dispositivos electrónicos y objetos olvidados. Esta desorganización puede ser un reflejo de cómo nos sentimos en otros aspectos de nuestra vida: ajetreados, dispersos, o desbordados.
Como el estudio está tan relacionado con el trabajo y los estudios, el desorden aquí también puede reflejar nuestra falta de claridad mental, nuestras preocupaciones sobre el futuro o el miedo al fracaso. Solemos guardar cada papel, cada objeto como si este fuera a solucionar todos nuestros problemas.
Ordenar espacios personales e íntimos puede ser un proceso doloroso y emocional, pero también es una oportunidad para hacer limpieza no solo física, sino también emocional. Al comenzar con el closet, la mesa de noche o el estudio, estamos creando el primer paso hacia una vida más organizada y, sobre todo, más tranquila.
El truco es no forzarnos a hacerlo todo de una vez. Es importante avanzar a nuestro propio ritmo, reconociendo que cada espacio refleja una parte de nosotros y que el orden es un acto que no solo afecta a los objetos, sino también a nuestro bienestar interior.
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